Son miedos específicos e intensos a algo en concreto que en realidad no puede producir un daño real. Algunos de ellos se centran en lugares cerrados, altura, ascensores, túneles, conducir por autopistas, agua, volar, perros y heridas que sangran.
Aunque la persona se da cuenta de que estos miedos son irracionales, el simple hecho de afrontarlos o incluso pensar en ello, provoca ya un ataque de pánico o una ansiedad severa.